Ella rompe a llorar,
su fragilidad no conoce el fin.
Tiene la voluntad desterrada
a la cama donde suele dormir.
Cuando sale el sol en su habitación
es cuando más siente el dolor,
pues tiene que hacer frente a su día
fingiendo vivir en alegría.
Al verlo a diario,
su corazón desborda ilusión,
pero al desaparecer según el horario
vuelve otra vez la triste sensación.
La tristeza la envuelve
creyendo su vida acabada,
y se derrumba al anochecer
porque su historia de amor no va a nacer.